AMPLITUDES (Crónicas de un Comunicador en Gestión de Riesgos)

LA REDUCCION DEL RIESGO DE DESASTRES EN LA EDUCACION

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La Unesco señala que "la Reducción del Riesgo de Desastres  en educación enmarca tres componentes principales: prevención, preparación y respuesta. Dentro de estos componentes, la educación crea la conciencia y las prácticas necesarias para reconocer los riesgos, amenazas y medidas de prevención con el propósito de reducir su vulnerabilidad. La promoción de una cultura de prevención resulta desde un punto de vista del costo mucho más eficaz que la acción centrada principalmente en la respuesta y la recuperación después de los desastres"

Además de educar y aprender en un ambiente seguro, educar en la materia es igual de importa y crea las condiciones necesarias como para que el resultado del siguiente proceso -sensibilizar, concientizar y capacitar- sea una comunidad escolar más segura, sí, pero también más educada y sensible a las vulnerabilidades sociales. 

Eso se aprende, en primer lugar, no tanto con la generación de discursos y declaraciones por escrito, sino con un compromiso evidente y basado en el ejercicio de la docencia, el cual es el único y verdadero requisito para tener un conocimiento de la realidad educativa en el terreno.

Este portal -http://www.formadoreds.org/- constituye una iniciativa interesante para resaltar la importancia que la Reducción del Riesgo de Desastres tiene en el ámbito educativo. Educar también es reducir el riesgo. Uno de los mejores planes de contingencias es la educación. 

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TRECE MILLONES DE PERSONAS AL BORDE DEL COLAPSO EN AFRICA

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Lo que señala el artículo transcrito a continuación habla por sí solo. Es un texto expositivo, dentro de las diferentes tipologías a las que pudiera pertenecer uno. Del género periodístico. Eso también lo añadiría un profesional de la lengua. El tema es palpable y directo: trece millones de personas al borde del colapso como consecuencia de la concurrencia de varios factores. Las vulnerabilidades y los riesgos presentes tienen mucho que ver con el cambio climático, pero también con la fragilidad de la soberanía alimentaria. Los datos abruman y favorecen cierta objetividad en la contundencia de las cifras. El contexto es África. El mensaje proviene de Intermón Oxfam y desde luego, conlleva implicitamente en que tanto la reducción del riesgo de desastre como la soberanía alimentaria deberían considerarse como elementos transversales en las estrategias de acción de las organizaciones para sus agendas a corto y medio plazo.

 

Trece millones de personas están al borde de una grave crisis alimentaria en el Sahel, según Intermón

 

Más de trece millones de personas se enfrentarán a una grave crisis humanitaria y un millón de niños sufrirán desnutrición grave en la región del Sahel, en África Occidental y Central, si no se actúa "con inmediatez", según alertó este viernes la organización no gubernamental Intermón Oxfam.

"Millones de personas están en al borde de una grave crisis", advirtió el responsable de Apoyo Humanitario de Intermón Oxfam, Francisco Yermo, en un comunicado de la organización. "Todo apunta a que la sequía que azota esta parte del continente africano se tornará en una catástrofe humanitaria si no se actúa con inmediatez", prosiguió.

"El mundo no puede volver a permitir que esto suceda", alertó Yermo. "Se necesita un esfuerzo de ayuda concertado para impedir la muerte de decenas de miles de personas ante la pasividad internacional", agregó.

La organización recordó que en la región ya se registran, en condiciones normales, tasas de malnutrición de entre el 10 y el 15 por ciento, y en algunas zonas estos índices superan el umbral de emergencia del 15 por ciento.

En el momento actual, la combinación letal de factores tales como los altos precios de los alimentos, la sequía, la pobreza arraigada y los conflictos regionales ha llevado a que países como Chad, Burkina Faso, Malí, Mauritania, Níger y el norte de Senegal se enfrenten otra vez a la amenaza de una grave crisis.

HORMIGUEROS

Así, en Mauritania, unas 700.000 personas, casi una cuarta parte de todas las familias, tienen dificultades para satisfacer sus necesidades alimentarias diarias. Aparte, en algunas partes de Senegal también ha aumentado el porcentaje de población que se enfrenta a una situación de inseguridad alimentaria.

En Chad, según Intermón, 3,5 millones de personas, más del 30 por ciento de la población, ya padecen inseguridad alimentaria y algunas poblaciones han asegurado que, a menos que obtengan ayuda, tendrán que abandonar sus hogares en el plazo de un mes. "En algunas comunidades han optado por destruir hormigueros para recoger el grano que las hormigas han almacenado", explicó la ONG.

"El año pasado fuimos testigos de una situación fuera de control en el este de África, cuando la comunidad de donantes no reaccionó con la rapidez que la grave crisis requería", recordó Yermo. "Lo peor puede evitarse y salvarse miles de vidas si actuamos ahora", agregó.

37 MILLONES DE DÓLARES

Al respecto, Oxfam ha hecho un llamamiento de emergencia de 37 millones de dólares (casi 28 millones de euros) para ayudar a más de un millón de personas de las poblaciones más vulnerables del Sahel a recibir servicios básicos como agua, saneamiento e higiene, así como comida, dinero y apoyo a la ganadería.

La ONU ha estimado que se necesitan 724 millones de dólares (547 millones de euros) para hacer frente a las necesidades actuales, una cantidad que podría aumentar a medida que avance la crisis. Las próximas cosechas en el Sahel no tendrán lugar hasta octubre.

"A pesar de que algunos países han comenzado ya a destinar fondos y la Unión Europea, en particular, ha donado de manera generosa y temprana, aún se necesita más de la mitad de la ayuda solicitada", advirtió la ONG.

En este sentido, Intermón recordó que el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, declaró en su primera comparecencia en febrero ante la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados que "resulta intolerable que en pleno siglo XXI sucedan catástrofes como la crisis alimentaria en el Cuerno de África".

Según Yermo, "este compromiso tiene que convertirse en una contribución decidida de España a los esfuerzos de la comunidad internacional y de los gobiernos de la región para frenar la crisis alimentaria en el Sahel".

"Las recientes medidas de activación de convenios con actores humanitarios y las propuestas de financiación a organismos multilaterales que está tomando España son un buen paso para contribuir a atajar una posible catástrofe alimentaria en el Sahel", explicó Yermo.

"Pero hace falta que se consoliden estos esfuerzos", prosiguió. Para ello, según la organización, es necesario, por un lado, "que el Gobierno español afiance la relación estratégica que mantiene con los países de la región y su liderazgo en políticas agrícolas".

Por otra parte, continuó Yermo, "la cooperación española debe incluir la reducción del riesgo de desastres y la prevención de crisis alimentarias como temas transversales y prioritarios de su nuevo plan para los próximos cuatro años".

Fuente:

http://noticias.terra.es/2012/espana/0309/actualidad/trece-millones-de-personas-estan-al-borde-de-una-grave-crisis-alimentaria-en-el-sahel-segun-intermon.aspx

 

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LA MALA REPUTACION

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Esta canción viene de George Brassens, uno de los padres de la trova. Maestro de Silvio Rodriguez, Milanés, Joaquín Sabina, Labordeta, Moustaki y todos aquellos de quienes alguna vez escucharon a partir de la década de los sesenta. La canción dice que a la gente no le gusta que uno tenga su propia fe, y por eso mismo le miran mal, salvo los ciegos. El que tiene su propia fe, a corto plazo a de caminar mal, pero a largo plazo, para quienes hacen daño, perjudican, hablan mal y se refieren a los que tienen su propia fe como gente de mala reputación o profesionales con malas referencias, para esos la cojera es inevitable.

¿Qué tiene ver George Brassens con la reducción del riesgo de desastre? Es muy fácil comprenderlo. La fe tiene una estrecha relación con la forma de gestionar. Cuanta más fe pones en en reducir las vulnerabilidades de la población, más te das cuenta de cómo están impregnados interioremente algunos sistemas. Impregnados de miseria e intereses de imagen. Pero para bien, también te das cuenta de que hay unos pocos profesionales y organizaciones con pocos medios, que realizan un trabajo digno de homenaje, y sin embargo no quieren homenajes y prefieren que sean los propios beneficiarios los protagonistas. En vez de retribuírseles con ello, se les llena de mala reputación, mientras que la "buena reputación" recae en organizaciones camaleónicas, dotadas de una grandísima infraestructura y poder mediático, capaz de acallar con ello cualquier disensión así como ensombrecen en trabajo anónimo y menor. Sin embargo, al final salen ganando quienes en teoría tienen mala reputación, por tener su propia fe y querer vivir fuera del rebaño.



En mi pueblo sin pretensión

Tengo mala reputación,

Haga lo que haga es igual

Todo lo consideran mal,

Yo no pienso pues hacer ningún daño

Queriendo vivir fuera del rebaño;

No, a la gente no gusta que

Uno tenga su propia fe

No, a la gente no gusta que

Uno tenga su propia fe

Todos todos me miran mal

Salvo los ciegos es natural.



Sabemos que todo es una cuestión de imagen. Ojalá tengamos la oportunidad de desenmascarar esa careta que llevan unos cuantos.

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DESASTRES NATURALES...

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"Desastres naturales desde que me mudé

  1. Inundación a las orillas del Bravo
  2. La peor sequía de la historia
  3. Huracán (olvidé el nombre)
  4. Militares disparando por las calles
  5. Un jefe del Narco muerto"

Alberto García Saavedra

Podría ser la crónica de un profesional en la materia. El diario de quien a la vez que gestiona los riesgos también los padece. Sería capaz de poner los pelos de punta. Lo normal es que se los ponga a quien los padece y le haga bostezas en el despacho a quien se reúne con otros cuántos a discutir de meras declaraciones de intenciones, chismes, cuestiones privadas que nada tienen que ver con atender una emergencia o capacitar para prevenir, planes de contingencias carentes de operatividad porque son rubricados por quienes ejercer una función directiva pero no tienen ni la más remota idea de lo que es la gestión de riesgos... y así un sinfín de quebraderos de cabeza.

Gestionar riesgos no consiste en señalar los inconvenientes estéticos o plásticos de una determinada mascota que pretende ser el humilde testigo de una determinada iniciativa para concientizar y sensibilizar. Tampoco es pretender dedicar plata para otros fines no previstos en el proyecto o en caso de tener dispensa para ello no justificarlo. Y ese tipo de prácticas suelen ser usuales, por no decir parte de nuestro día a día. 

Gran parte de la Gestión de Riesgos se pierde en el discurso. Se desorienta por el camino que transcurre desde que subvencionan con fondos públicos (nacionales o del extranjero) hasta que efectivamente se aplica allí donde surge la necesidad. Y se pierde no porque el discurso sea malo. Todo lo contrario. Los discursos siempre están provistos de optimismo y buena voluntad. Lo malo son las bocas de quienes salen intenciones tan humanitarias, loables, éticas y responsables. Y ponen la excusa de que es una simple cuestión de imagen. Parece que "se hace el bien" cuando detrás de esa expresión no hay más que retórica. Mucha paja y poco pecho. 

Para gestionar el riesgo hay que llegar hasta las propias gentes. Aquellas de cuya boca surge esta suerte de diario. Las que se acaban de mudar. Las que no quieren trasladar su vivienda lejos de la ribera porque siguen unas costumbres ascentrales, tanto en términos de fertilidad de las tierras ribereñas como a que llevan allí más generaciones que Matusalen. Una simple cuestión de reubicación con el que desarrollar el concepto de resiliencia, ese que consiste en un mejor afrontamiento del futuro riesgo que no ha de pasar de una simple amenaza presente. O de quien tiene la oportunidad de ejercer como docente en una institución educativa, a un cuarto de hora de que, en caso de que un volcán presuntamente activo vuelva a erupcionar pasé, una extensa mancha de lodo lo arrase todo, sin contar con los lahares, las cenizas o la incredulidad de la propia población civil. Y uno se da cuenta ante la propia brevedad del plan de contingencias y ante la inestimable oportunidad que se le presenta para inculcar a sus alumnos la importancia de una cultura en Gestión de Riesgos. 

Y yo, desde que me mude, no he encontrado mayor desastre natural salvo alguna amenaza puntual y carente de valor; un riesgo simplemente anecdótico comparado con las brutales consecuencias de una inundación. La única amenaza que es la de algunas gentes que tienen la responsabilidad de actuar, gestionar, coordinar o capacitar sin disponer de los conocimientos necesarios ni de la motivación precisa ni de la familiaridad con el terreno. En todo caso, de gestionar, realizan una gestión fría, basada en intereses propios y que nada tienen que ver con los valores propios de un profesional.  Ese es mi diario. Y por cierto, la cabecera de la crónica pertenece a un ciudadano mexicano

Aitor Arjol

Profesional independiente

 

 

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Herramienta audiovisual. Plan de Acción para América del Sur 2011-2012. Napo (Ecuador)

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Autor: Aitor Arjol Bermejo

 

Este video propone un recorrido por el universo geográfico, cultural y simbólico de Ecuador, a propósito de poner en relación sus valores culturales y ambientales con la Reducción del Riesgo de Desastre. 

 A través de  los versos de dos de los principales exponenentes que conforman la poesía contemporánea ecuatoriana -Jorge Enrique Adoum y Elier Granda-, el video realiza un extenso viaje por diferentes lugares del país hasta recalar en los rincones paisajísticos más personales y simbólicos del Napo, provincia del oriente ecuatoriano donde el propio autor de estas imágenes ha trabajado en el ámbito de la Reducción del Riesgo de Desastre.

Identidad y Gestión del Riesgo son dos conceptos que deben estar íntimamente unidos en todas aquellas iniciativas, proyectos, programas y políticas públicas, tanto a nivel nacional como local. 

La puesta a disposición de herramientas multimedia de esta naturaleza juega un papel decisivo en las estrategias de comunicación y visibilización de la ejecución de los proyectos Dipecho

La"creatividad" debe ser una condición sine qua non a la hora de situar un proyecto en el "mapa" de la visibilidad, de forma que permita un marco de intercambio y socializacion de experiencia eficaz, eficiente y práctico.

En muchos casos, por no decir en todos,  los proyectos carecen de una estrategia adecuada en estos términos y se limitan a la planificación de actividades aisladas y sin conexión alguna con una gestión adecuada de las redes sociales, establecimiento de mecanismos de posicionamiento, motores de búsqueda o interactividad entre actores e internautas (Community Managing)

Como experto en la materia, el autor comparte esta herramienta como ejemplo del tipo de material audiovisual que se puede componer. En este caso, ha sido realizado sin ánimo de lucro y ha de tenerse en cuenta los derechos de autor que corresponden a la fuente sonora utilizada.

 

 

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CRÓNICAS DE LA REDUCCIÓN DEL RIESGO

creado hace 2 meses | por aitorarber | 0 comentarios

 

www.aitorarjol.wordpress.com

Crónica surgida del afán creativo y con el objetivo de estructurar narrativamente muchos procesos y comportamientos que tienen que ver con la Gestión de Riesgos. También es una forma de dilucidar la estrecha relación que existe entre la Reducción del Riesgo de Desastre y la cultura, aunque la literatura sea uno de los numerables mecanismos de expresión de esa cultura. La reflexión, la la dentidad, el sentido del humor o la capacidad crítica para poner de relieve actitudes que proliferan en ese ámbito de trabajo tienen mucho que ver también. Así que imagínense por un momento que el encanto, inocencia, ética y verdad de esta mirada es la metáfora perfecta de cómo ha observar y comportarse un profesional.

 

 

La vida es una estratagema. Una cuestión a buen recaudo. El paradigma de nuestra raza. Por eso hay quienes se refieren a una “vida de perros” ¿quizás porque envidian nuestra presunta libertad y bien llevanza de las horas? Pues quiero deciros que se equivocan notablemente quienes piensan que llevar una vida de perros es una cuestión univoca.



Para empezar. No soy un anuncio en el que se ofrezca la cabeza por mi captura. Tampoco soy un anuncio de recompensa. Por mí no se piden millones de dólares puesto que no he cometido ningún delito al respeto. Soy más buena que el pan. Atenta y dichosa con el prójimo. Una buena tipa. De buen corazón. Con el hocico dispuesto a levantar la moral de cualquier necesitado, pero no por compasión o desdicha o afán evangelizador, sino porque me sale de aquí dentro. Y al carajo las formalidades, porque no sirven de mucho más que para dar gato por liebre ¿y no saben lo que es dar gato por liebre? pues engañar nomás. Amañar acuerdos. Decir una cosa y practicar la opuesta. Disfrazar los comportamientos y las apreturas cuando no es época de Carnaval. Decir que tienes siete principios fundamentales en la teoría de tu comportamiento y pasártelos por la entrepierna cuando actúas ¿humanidad para meterse la plata debajo del rabo? Eso es engañar.



Pero a quién engaña jamás le pondrán en un cártel así de grandote, con el hocico puntiagudo y los ojos con cara de decir qué, cuándo, cómo, dónde y con quién. Eso está reservado a los mismos ladrones, pero para dar la sensación de impunidad. Ellos aparecen en plan cachondo, con la sonrisa digna de un anuncio de Colgate –perdón por la propaganda, pero no trabajo para ellos-, y de paso, si amerita, atusándose el bigote o situando en primer plano el dedo gordo y los restos inclinados hacia el puño proclamando el mensaje del “todo va bien” o “somos la ostia” o “estamos reduciendo las vulnerabilidades y la pobreza a la vez que fortalecemos las capacidades del gobierno, la sociedad civil, los cubos de basura, los empaques de balanceado para perros y gatos, las vacunas contra la rabia, el derecho a un buen pedigrí y un porvenir resiliente” o “trabajamos para salvar vidas, repartir bolsitas blancas con raciones de urgencia en caso de inundación intempestiva y aluvión de agua por parte del río a su paso por el malecón de turno” . Aparecen proclamando uno de esos mensajes y casi todas las mujeres, hombres, niños y niñas, guayabas, ocas, mellocos, papas de toda clase, capulíes, ponchos, polleras, escarpines, abuelos, abuelas, zapatones, barandas y adobes se lo creen a pies juntillas. Se creen que los tipos de los anuncios, de la imagen a pie de artículo, de la reseña editorial o del breve extracto son los héroes del país que nos salvan del descontento y de las calamidades naturales. Se lo creen sin que por medio les tengan que servir una pizza, una botella de vino o un coco con pajita para sorber el jugo que llevan dentro. Simplemente les basta con aparecer en los medios o atribuirse la gloria del trabajo ajeno. Eso se les da de maravilla. Aparecer como por arte de magia y decir que hacen esto, lo otro y lo demás. Pero a mí me entra por una oreja y me sale por otra porque me sé de memoria cómo son y qué les importa. Por algo desarrollé un olfato a prueba de perdigones. Huelo los embustes, las aranas y el juego del gato y el ratón de lejos.



Tengo un olfato a prueba de casi todo. El otro día me pusieron un calcetín anónimo, en un taller de lucha contra la corrupción. Di la campanada. No se lo pierdan. Me llevaron atadica y de forma educada, me postré ante los pies del facilitador. Un hombre que es algo así como el encantador de perros del que tanto hablan en las televisiones, pero en plan más serio. Un tipo bajito, morenote y bien plantado, que sabía de lo que hablaba. De cuestiones así como capacitar a comunidades y actores locales en la reducción del riesgo de ser hipócrita así como en el establecimiento de protocolos mingitorios para los miembros caninos de las unidades familiares que viven retiradas del mundanal ruido allá en las riberas de los ríos que se desbordan y en comunidades a las que solo se llega mediante una lancha con motor fueraborda que lo le llamo el moscardón acuático por eso de lo bullanguero de sus cilindros, lo cual, traducido al castellano ordinario y entendible por animales de todo postín significa, en pocas palabras: cómo ser honesto y mear y cagar donde se debe; y no mearse donde a uno le da la gana y echar la mierda a los demás, ademas de ver siempre la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.



El caso es que el facilitador me dijo que oliera el calcetín. Que había sido sustraído de una unidad de las más peligrosas y corruptas y que además estaba dotado de un olor que en sí mismo constituía una amenaza tanto mayor que el despertar de un volcán, el deslave de una ladera o la alteración del equilibrio de la tierra mediante la ejecución de un sismo en el que hasta mis cuatro patas van cada una para un lado diferente del eje sinclinal del sentido del equilibrio –es decir, la gravedad a tomar por culo o terremoto para los más gentiles con el lenguaje-. Pues olí el calcetín y la misión constituía en sí misma un simulacro.



El objetivo tratábase de localizar el foco de la amenaza siguiendo el olor y otros parámetros que me fueron dictados. La unidad a la que pertenecía el calcetín estaba calificada dentro del eje del mal conforme al Marco de Acción de Hyogo, que para los que no sean expertos concienzudos en la Gestión de Riesgos es un ambicioso plan en el que todos los representantes de la Comunidad Internacional se reunieron hace uno cuantos años en Kobe, una encantadora ciudad japonesa donde hasta no hace mucho no podíamos hacer turismo porque venían unos seres extraños con los ojos achatados y con un cuchillo en la mano porque parece ser que somos delicados objetos de restaurante. El caso es que allí se reunieron e idearon un plan para salvar al mundo de amenazas naturales y antrópicas. Por naturales aquellas creadas por la naturaleza como la lava, el agua tormentosa, las olas con cara de pocos amigos, una cáscara de plátano en el suelo, una losa de granito tan lisa como mi tripa sin pelos, un río que se ensancha después de un aguacero o el pedo de una mofeta. y por antrópicas aquellas creadas por el hombre, sin intervención divina ni intermediación por parte de la naturaleza, como son las impresoras que valen poco pero al comprar los cartuchos te pegan un sablazo, la reducción del gasto público en la educación, la desviación de fondos de la Unión Europea para propósitos ajenos a los que justificas cuando te los dan a priori, los programas de televisión que consisten en predicar que te has trincado a media plana de la ciudad, las camionetas que se calzan sobre adoquines y no disponen de ruedas, los tipos con sombrero que te urgen a que les saques la mugre de la oreja, las sonrisas ficticias, las auditorías sin propósito de enmienda, gerentes que te piden comedidamente y a través de terceros tu número de teléfono para luego no llamarte y dejarte en el limbo, las malas referencias profesionales cometidas adrede y a sabiendas de que quién las da es un cero a la izquierda comparado con cualquier profesional mejor que ellos como lo pueda ser un digno limpiacristales, un honrado lustrador de botas de veinticinco centavos por servicio o un amable vendedor de esos que se suben al autobús y te piden educadamente la voluntad porque no tienen otro ingreso con el que mantener a sus familias.



Como puede entenderse, el catálogo de amenazas antrópicas es notablemente mayor que el de la naturaleza, ya que esta última siempre se dignó en pro de la armonía mientras que el hombre o algunas organizaciones tan humanitarias como la carita del niño Dios se dignaron por la jodienda y entonces, para hacer ver al mundo todos somos buenos –incluso los perros, perras, gatos, gatitas, adelfas, berros y espinacas- se armaron de valor, simularon que trabajan en esos encuentros internacionales que se pagan con cargo a los presupuestos de cada uno de los Estados o del presupuesto destinado a la cooperación y sacaron uno de esos acuerdos que merece la pena verlos, tan pulcros, relucientes y blancos como la base de un orinal de porcelana. Acuerdos de seda y con flores blancas. Y ahí dejaron bien claro que se lucharía contra todas estas inmundicias y lacras públicas. Que al ladrón se le trataría como lo que es y no como un estratega inteligente. Que la impunidad solo es para los valientes. Que el pecado solo está al servicio del culposo. Que se instituirían los mecanismos precisos para luchar contra el crimen organizado de toda institución precoz a “meter la mano en la saca y eso, sacar sin que nadie se de cuenta”.



Entre todas las medidas protocolizaron una que es donde entro. El desarrollo de una unidad canina de alto olfato para la detección prematura de amenazas antrópicas de toda índole, con especial énfasis en el interior de áreas, departamentos y unidades ocupacionales de aquellas instituciones responsables de llevar al efecto las políticas del Marco de Acción de Hyogo, otros tantos tratados internacionales en la materia o en última instancia, por imperativo mismo de la humanidad que señala que hay que socorrer al prójimo, promover el voluntariado de carácter desinteresado y ayudarse mutuamente y en todos los niveles, ascensores, plantas, torres y planetas.



Así es como se montó un proceso de selección transparente, con unos términos de referencia precisos y dotados de una elocuencia que pareciera que los hubiera escrito el mismísimo Gandhi. Algo así como que se necesitaban unidades de respuesta, dotadas de un fino olfato, con el fin de preservar a la humanidad, a la clase animal, a la flora y a loa rayos del sol, de todos aquellos peligros derivados de la actividad humana que había roto con el equilibrio del planeta. A pie de cada página venía una cruz así de grandota, tan colorada como un tomate de huerta y se debía adjuntar un perfil académico, el historial profesional, las aptitudes, las horas preferentes a las que devoro comida, si me gustan Lassie –la perra más famosa del mundo- o Rantamplan –el que acompañaba a Lucky Lucke a todas partes-, y aquella foto que reflejara con más ahínco nuestro espíritu de imparcialidad, neutralidad y devoción patria. Y como en éste último aspecto no me ganan ni las anemonas le dije a mi amo que me acolitara para una magnífica imagen con la que impresionarles sobremanera y él que es extraordinariamente competente para todo lo relacionado para la comunicación, la imagen, los planes estratégicos de visibilidad, la prevención de riesgo, los planes de contingencias y los procedimientos de compras mayores a doscientos mil dólares con el acompañamiento de tres proformas y la reunión de unos cuántos veedores para que la compra salga de forma objetiva, pues me tomó una imagen tal que así, con una expresión de lealtad inconcebible en muchas personas de las que se pasan por estos terrenos haciendo la vista gorda.



El caso es que entré a formar parte de tan reducido y exclusivo grupo y me destinaron al mismísimo centro de Quito, el corazón del país andino, una ciudad amplia, irregular en sus proporciones pero infinita a ojo de perro. Me mandaron a una torre grisácea de seis plantas, laberíntica para la orientación pero a la cual me acostumbré enseguida y en cuestión de un par de horas, ya me dirigía allá donde mi olfato secundaba inactividad, lo cual sucedía en todas partes, porque cada dos por tres mi hocico se excitaba por cuestiones tan triviales como las reuniones donde no se decide nada, los tipos que se van a por café cada diez minutos, los talleres donde se dilucida el chisme de las vidas ajenas, las sillas donde se sientan los más machos a contar con los dedos de la mano cuantas hembras se han trillado y todas aquellos encuentros de altísimo nivel donde lo único que interesa es hacer lo menos posible y parecer que haces todo. Tan excitada estaba que con un poco de suerte, tenían que probar mi sapiencia y de repente necesitaron de mis servicios olfativos. Eso sí, no tardaron en decidirse que me necesitaban pero sí en mandarme al sitio. Y todo porque necesitaban un servicio de transporte con factura y había que requerir la autorización previa del subdirector, de la secretaria general, del presidente y de la federación internacional de azadas para cavar en el campo, pero al final tuve que irme yo solica andando, porque la autorización derivó en la celebración de una Asamblea Nacional prevista para seis meses después de la toma de decisión en la cual se discutirían los pormenores de la autorización, el formato de la misma, así como los procedimientos de rúbrica y copia destinados a que todas las instancias implicadas se dieran por aludidas.



Me fui por una lógica cuestión de supervivencia. El facilitador del taller me aplaudió por la valentía de venirme sin autorización, sentada cómodamente en una plaza de pasajero del autobús de línea, y encima de noche, porque los protocolos de seguridad vigente prohíben taxativamente los desplazamientos interprovinciales a partir del momento en que el sol se va de farra y nos deja con la luna a pie de calle. Así me presenté en la terminal, con mi chaleco institucional y todos postrados a mis pies, como si fuera la diosa de la salvación nacional, todos con una sonrisa de pedernal conduciéndome a los aposentos donde se celebraba el taller y estaba dispuesto el oloroso calcetín sobre una mesa de madera tosca pero eficaz.



Un calcetín traído de los confines de la corrupción. Procedente de las mas míseras cavernas de la incompetencia. Emanador de un perfume característico, contra el que la selva circundante estaba a punto de rebelarse debido al hedor que desprendía. Una tempestad de hilos surgida de Dios sabe qué templo consagrado a la falta de escrúpulos. La metáfora de la desgracia. Un trozo de tela negro, en forma de media luna sobre el que ni siquiera las moscas se atrevían a navegar por el riesgo de perecer contaminadas y sobre el que yo, sin más preámbulos, puse mi hocico inquisidor, dotado de un poderoso instinto para la detección del foco de la amenaza y fuertemente capacitado para ello en cuanto a la normativa internacional de desastres naturales, conciliación de cuentas, prestación de servicios en régimen de dependencia, elaboraciones de líneas de base y seguridad en el terreno.



Ahí se me cerraron los ojos y no capté más que la necesidad subliminal de detectar la trayectoria y procedencia de tan infame amenaza. Empecé a correr despavorida, con la celeridad propia de un chasqui que pareciera que viene a anunciar la llegada del diablo blanco a caballo y con armadura de los tiempos de Colón. Alcancé la vía y adelanté a todos los carros, luciérnagas, guantas, panteras, elefantes y ramas que osaron entremeterse en la carrera. Ascendí laderas. Me estacioné brevemente para meterme entre pecho y espalda un buen maduro con queso en una localidad que se llama como otra que queda cercana a donde deambula el Joaquín Sabina, algo así como Baeza cerca de Úbeda. Corrí de nuevo y sentí el calor de unas aguas y el frío tenaz de los páramos. Luego el relieve descendió y note que mis piernas aprovechaban la inercia del descenso por un valle. La silueta de un volcán. Una secuencia de poblaciones con hormigón. Un túnel oscuro. Una capital de tamaño notable. Ladridos por los cuatro puntos cardinales. Un parque. Una parada de tranvía con ruedas y con nombre de libertador. Escaleras. Un ascensor estropeado. Un edificio de muchas plantas. Un despacho. Mi dentadura se abrió. Detecté la fuente de la amenaza. Cerré las mandíbulas sobre uno de los miembros donde usualmente se hace uso de los calcetines. Tiré fuertemente. Bajé las escaleras como pude. Regresé por el mismo lugar. Apareció el vallé. Ascendí lo descendido. Olí unas termas. Los Andes. Frío contundente. Otro plato con maduro en Baeza. Más arboles. Olor a selva. Una carretera recién asfaltada. Las cavernas de Jumandi. Volví a la estancia del taller. Una ausencia de prácticamente una hora. El tiempo record. Había corrido como nunca. Traía asido en mi boca al foco de la amenaza de la que habían sustraído el calcetín para el ejercicio del simulacro. Abrí los ojos. Había traído el pie de alguien y con él todo el cuerpo del mismísimo presidente de la organización que me había contratado y otorgado la medalla al mérito de ser la primera en mi promoción de lucha contra las amenazas antrópicas.

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APRENDER A DESAPRENDER

creado hace 2 meses | por aitorarber | 0 comentarios

 

 

Los avances de la ciencia nos han permitido un logro increíble: poder desestimar millones de ideas en las que un día creímos a pies juntillas. Lo dice Eduardo Punset en su libro El viaje al poder de la mente. En él plantea que no somos conscientes todavía de lo que implica para nuestro futuro poder echar por la borda gran parte de lo conocido hasta hace muy poco. Y menos todavía, asimilar que mucho más útil que aprender empieza a ser desaprender determinadas cosas.

El mundo gira a un ritmo tan vertiginoso que todos los días desestimamos una idea que un día fue importante, pero rechazamos desaprender algo que habíamos aprendido. Todo ocurre tan rápido que apenas nos da tiempo a pensar en ello, pero la realidad es que el mundo se equivoca un día sí y el otro también. Muchas de las cosas que nos han servido hasta ahora han dejado de ser útiles, sin embargo demasiadas de ellas siguen estando vigentes. El neoliberalismo no funciona, pero sigue mandando en los mercados. Europa es una entelequia económica, pero el país más poderoso del viejo continente, Alemania, puede cambiar la Constitución española por sus razones económicas. Aunque ninguna de las dos cosas sirven para mejorar la vida de los ciudadanos, nadie parece dispuesto a discutirlo.

Ha habido que esperar varios siglos para llegar a un convencimiento tan deslumbrante como el que propició Copérnico al descubrir que el universo no giraba en torno a la tierra: el mundo hace ya tiempo que dejó de girar en torno al hombre, que tiene ahora un papel muy secundario en esta sociedad globalizada. Hemos pasado de ciudadanos a consumidores de una economía insaciable, por eso es más importante atender la sed de dinero fresco de los mercados que las graves hambrunas de Somalia. Si la única alegría del mundo es comenzar, que diría Cesare Pavese, a esta sociedad le está haciendo falta un nuevo inicio para poder desaprender parte de lo aprendido.

Este verano de Libia, de la prima de riesgo, de The News of the World, de Strauss-Kahn, de Amy Winehouse, de la SGAE, de las elecciones anticipadas, de anticipar el anticipo, de las reformas de Zapatero, de la Fiesta del Pulpo de Rajoy, de la visita del Papa y del dedo en el ojo de Mourinho, hemos desaprendido algunas cosas que sabíamos de dictadores, de economía y del periodismo británico. También de las ideologías, de las de derecha y de lo poco que va quedando de las de izquierda. Del fútbol, de las élites políticas, de las religiosas y de los mitos musicales. Hemos aprendido que cada día ocurre algo importante, que al día siguiente no tiene casi importancia alguna. Por eso, hasta las urgencias, en época de crisis, tienen ideología. Va un ejemplo: al Gobierno le da tiempo a reformar la Constitución pero carece de él para imponer un impuesto a las grandes fortunas, que son siempre igual de afortunadas. Si la historia se entiende mejor desde la distancia, nadie entenderá leyendo los periódicos de la época qué evitó que el mundo al inicio del siglo XXI no pegara un reventón y saltara por los aires. Y no me refiero a los mercados, sino a las personas.

El presente discurre a toda hostia en el parqué bursátil. Las ideologías chocan cada mañana contra el índice Dow Jones. Los bancos rescatan a los bancos. Luego los Gobiernos rescatan a los bancos rescatadores. Y ahora los Gobiernos rescatadores son rescatados por otros Gobiernos a los que cualquier día habrá que también que rescatar. El verano que hemos vivido peligrosamente concluye sin que hayamos desaprendido lo bastante para no volver a caer en los mismos errores. El mundo vuelve a equivocarse, como lo ha hecho tantas y tantas veces a lo largo de la historia. Esto no tiene más solución que echar por la borda gran parte de lo que hemos conocido hasta ahora. Pero, lamentablemente para millones de personas, necesitamos demasiado tiempo para desaprender lo aprendido.

José Manuel Atencia

http://elpais.com/diario/2011/09/06/andalucia/1315261326_850215.html

 

 

 

 

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EL PAISAJE Y LA GESTION DE RIESGOS

creado hace 2 meses | por aitorarber | 0 comentarios

 

 

Esta imagen refleja fielmente una de las cuestiones mas enrevesadas y polémicas a las que un creador se enfrenta: ¿cómo es Ecuador? Pregunta difícil de digerir en el sentido de que no cabe una respuesta simple como pudiera ser: es así, de esta forma ¿por qué? La respuesta a esta terrible incertidumbre es muy sencilla.



Pluralidad de paisajes. Una secuencia simultánea de diferentes matices a la vez. Difíciles de entender en un contexto de pretendida arrogancia acerca de que lo mejor es lo de cada uno, y no es así. Lo mejor está sin duda en cada lado, y los ojos, y el resto de sentidos, son los responsables de ejercitar tan preciada carga de observación, sentimiento y latido, cada vez que se enfrentan a algo diferente de aquellos lugares donde la conciencia abrió los ojos por primera vez. 



Por ejemplo, esta toma es una consecuencia directa de trabajar como profesional de la gestión de riesgos, al servicio de una meta que consiste en reducir las vulnerabilidades, comprender los procesos a través de los cuales una amenaza natural se transforma en riesgo y, por ende, susceptible de provocar daños en infraestructuras, sociedades y procesos sociales. Aunque, por otro lado, la Gestión de Riesgos se enfrenta a otra amenaza procedente de algunos de los profesionales que trabajan en ella y entienden los términos con los que se trabajan conceptos, metodologías y procesos. Planes de contingencias, simulacros, simulaciones, COEs o similares son algunos de los ejemplos teóricos que se manejan pero lamentablemente, en la práctica adolecen de una carencia en términos de visibilidad, socialización, comunicación y comprensión más allá de su propio colectivo u organizaciones. Asimismo, en la práctica también representan un cuidadoso ejercicio de imagen pública: que se implante un sistema de alerta temprana o que se contribuya a la priorización de la Gestión de Riesgos en las políticas nacionales no quiere decir que, sobre el terreno, esta imagen del volcán Tungurahua signifique una aportación menor. 



El simple hecho de que aparezca la naturaleza, en todo su esplendor y determinación, ya es un síntoma de que la fotografía, la comunicación, la gestión de las redes sociales, la creatividad, la técnica del libre albedrío, la capacidad para expresarse por escrito y la propia identidad colectiva también son aspectos transversales de la Gestión de Riesgos que pocos se atreven a reconocer todavía, pero que sin embargo derivan claramente en una interpretación más amplia del propio fenómeno, de una sistematización que va más allá del propio riesgo considerado como el producido por amenazas naturales o presuntamente antrópicas. 



El riesgo también es social y paisajístico y existe más allá de un despacho o de una Unidad de Respuesta. Por ello, también debe trabajarse desde otra óptica que tiene que ver con los procesos institucionales, con la incidencia política, con el fortalecimiento de capacidades, con la capacitación en la reducción del mismo y con la forma en que, por ejemplo, la Unión Europea se ha esforzado por disponer de un excelente programa de financiamiento -planes Dipecho- con organizaciones y proyectos trabajen por la reducción efectiva del riesgo de desastre y de la amenaza que representa sobre el conjunto de la sociedad, el medio ambiente y las relaciones sociales.

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  • Creado por aitorarber en 15/02/2025
  • Cómo entender la Reducción del Riesgo de Desastres desde otra perspectiva que no sea una reduccionista y demasiado técnica. También añade la contribución de la Unión Europea a través de los sucesivos programas Dipecho, así como una especial revisión crítica por todo aquello que es susceptible de sistematización, comprensión o mejora.

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